Sala de Prensa
30/03/2017
Cultura, Convivencia, Comunidad.
“Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza e ignorancia”. Santiago Ramón y Cajal
Utilizo esta cita para compartir una reflexión sobre ciertos comportamientos y actitudes ante lo público, lo común, lo que es de todas las personas que compartimos el lugar donde “vivimos”. Considero que, si entendemos un error como la equivocación en un acto, sin duda, todos cometemos errores que asumir y de los que tenemos que aprender para mejorar la convivencia en nuestra comunidad.
Lo cierto es que, todos los días, nos encontramos con situaciones que nos sitúan ante un comportamiento que podemos calificar como erróneo. Son temas “pequeños” que, posiblemente, no tengan mucha importancia, pero lo cierto es que, como decía la persona de quien tomo la cita, Santiago Ramón y Cajal, cada uno de esos pequeños errores que tratamos de justificar con las más ingeniosas argumentaciones son una oportunidad para mejorar la Convivencia, entendida esta, como la acción de convivir (vivir en compañía de otras personas). Se trata de un concepto vinculado a la coexistencia pacífica y armoniosa de grupos humanos en un mismo espacio. Por ello, cuando ante comportamientos poco cívicos y que podemos considerar como un error de cara a mejorar la convivencia, la respuesta de las personas interpeladas sea una defensa de su actuación, entonces, recordaremos la cita y, si es posible, la compartiremos en alto. Este gesto nos ayudará a gestionar mejor la irritación generada y, además, es posible que provoquemos una reflexión.
No, no tenemos derecho a hacer lo que queramos donde y como queramos basándonos en nuestra libertad para ello o, aún peor, justificándonos por falta de otras alternativas. Siempre podemos decidir sobre cómo comportarnos. La verdadera libertad reside en, mi opinión, en el libre albedrío; esto es, en la creencia de que las personas tienen el poder de elegir y tomar sus propias decisiones. Por el contrario, a lo que sí tenemos derecho, y también, deber, es a adquirir una cultura (cultivo de un conjunto de facultades básicas de convivencia) que facilite la convivencia entre quienes somos y hacemos la Villa de Balmaseda.
En resumen, evitar que nuestras calles se conviertan en enormes “Pipi-Canes” o, peor aún, en un gran urinario público donde todo está permitido por disponer de un servicio de limpieza que debemos pagar a costa de reducir otras partidas, tanto o más importantes, dependerá de convertir los errores en oportunidades y, sobre todo, de impulsar la adquisición de una cultura que ponga en valor los comportamientos de respeto hacia lo público y la comunidad. Es responsabilidad de todas las personas y, también, un reto para que estos comportamientos compartidos nos ayuden a mejorar, cada día, este lugar en el que hemos decidido vivir activamente y que se llama Balmaseda.
P.D.: Un excelente corto para reflexionar con una sonrisa: https://youtu.be/NJPjDl1Eyyg?list=RDNJPjDl1Eyyg
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