El Kolitza es un lugar mágico desde donde disfrutar de lo esencial que es invisible a los ojos. Disfrutar de un espacio seguro donde conversar, mientras compartes mesa y mantel, sin prisa, sin presión, disfrutando del lugar y su sencillez. Disfrutar de las miradas cómplices de quienes te acompañan mientras, tras un intenso día de actividad, tratan de mantener los ojos abiertos para seguir sintiendo cada detalle de una aventura. La primera, posiblemente, en un monte, al menos para mí, mágico. Oier y Asier luchaban por no dormirse cenando (el calor del fuego es muy traicionero cuando el cansancio acumulado exige su pago). Mientras, los mayores preparábamos los sacos donde, pronto, los cuatro, nos tumbaríamos a descansar y recuperar fuerzas para, antes de que saliera el sol, levantarnos para esperarlo y disfrutar de su imponente despertar entre los montes de la Bizkaia oriental. 

 “Lo esencial es invisible a los ojos”. Esta frase es una reflexión sobre el verdadero valor de las cosas, su verdadera esencia. Los ojos pueden engañarnos, no así el corazón. Cuando te encuentras sentado en la ermita del Kolitza, en buena compañía, buscando estrellas fugaces o disfrutando un amanecer espectacular, entonces, ese momento y todo lo que lo rodea crea un vínculo que, seguro, el tiempo no borrará.

 Tenemos, en Balmaseda, ciertos recursos que podemos y debemos aprovechar. Termino deseando a quien se anime a disfrutar de la noche y el amanecer desde el refugio y la cima del Kolitza. Que lo disfrute, al menos, tanto como yo lo he podido hacer. 

Disfrútalo!!